Vivimos en una sociedad donde la tasa de envejecimiento cada vez es mayor, y esto comienza a ser un reto para la salud pública. De acuerdo a un estudio publicado por Dovepress y realizado en Gales, la malnutrición es algo común en las personas mayores de 65 y aumenta conforme avanza la edad.
¿Qué pasa cuando envejecemos?
Por Denise González
De acuerdo al Imserso, España es el quinto país más envejecido de Europa con más de 8 millones de personas mayores de 65 años, esto representa un 18% del total de la población. Este grupo es el de más rápido crecimiento en España; para el año 2050 estará representado por más de 16 millones de personas, estando para entonces entre los países más envejecidos del mundo.
«Vivimos en una sociedad donde la tasa de envejecimiento cada vez es mayor, y esto comienza a ser un reto para la salud pública»
La desnutrición está asociada a la disminución en el estado funcional, el deterioro de la función muscular, disminución de la masa ósea, mal funcionamiento del sistema inmunitario, anemia, reducción de la función cognitiva, entre otras.
Otro de los principales cambios fisiológicos relacionados con la edad en las personas mayores es la disminución de la masa muscular esquelética, conocida como Sarcopenia. La actividad física reducida tiene un papel crucial ya que la falta de ejercicio causa enfermedades en el sistema muscular y con el tiempo, pérdida de músculo.
¿Qué podemos hacer para tener una buena nutrición y condición física a medida que envejecemos?
Según el mismo estudio mencionado anteriormente, la dieta recomendada para adultos independientemente de la edad, debe estar compuesta por .8 g de proteínas/kg de peso corporal por día. Esta es la cantidad mínima de ingesta de proteínas necesaria paraevitar la pérdida progresiva de masa magra, es decir la masa corporal libre de grasa. Sin embargo en personas mayores, también se recomienda la ingesta de 1.5 g de proteínas/kg de peso corporal por día.
La ingesta reducida y la dieta desequilibrada predisponen a las personas mayores a deficiencias de vitaminas y minerales. El fumar interfiere con la absorción de vitaminas, particularmente vitamina C y ácido fólico. Es importante consumir vitamina D, que puede encontrarse en los productos lácteos, bebidas de soja, vegetales de hoja verde, salmón, almendras, semillas de girasol, etc. La deficiencia de esta se asocia a una menor densidad ósea, a una movilidad reducida, a un mayor riesgo de caídas y a la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 1, enfermedades cardiovasculares y artritis reumatoide.
Las consecuencias de la deficiencia de vitamina B12 son la gastritis atrófica y anemia. También está asociada a la demencia y a la reducción de la densidad ósea. La vitamina B12 naturalmente se encuentra en los alimentos de origen animal.
Una disminución de ácido fólico puede causar anemia y aumentar el nivel de homocisteína; también está asociado con el riesgo de cáncer colorrectal, cáncer de cuello uterino, el deterioro cognitivo y la depresión. El ácido fólico puede encontrarse en el jugo de naranja, verduras de hoja verde, cacahuetes, fresas, frijoles secos, guisantes, espárragos, entre otros.
Según la Organización Mundial de la Salud los adultos de 65 en adelante tienen que dedicar 150 minutos semanales a realizar actividades físicas moderadas, o bien algún tipo de actividad física vigorosa aeróbica durante 75 minutos. Los adultos de este grupo de edad con movilidad reducida deben realizar actividades físicas para mejorar su equilibrio e impedir las caídas, tres días o más a la semana.
La combinación de una buena nutrición y el seguimiento de una rutina de ejercicios, son la píldora secreta para prevenir las enfermedades y mantener la buena salud y condición física a medida en que envejecemos.